Primer día de noviembre, día de todos los santos.
Alrededor de los años 57 – 60 había unas tradiciones y/o costumbres
en Iscar que con el paso del tiempo han ido desapareciendo o al menos no tengo
conocimiento de que se sigan llevando a cabo excepto en muy contadas ocasiones.
Por aquellos tiempos, contaba yo con entre 5 y 8 años de
edad y recuerdo con añoranza cuando nos disfrazábamos y nos íbamos a jugar a la
plaza mayor de nuestro pueblo, con aquel frío que pelaba y que te obligaba a ir
bastante abrigado, era época de empezar a ver los dichosos sabañones, y es que ya
se decía que por los santos la nieve en los altos, como así era.
Por aquel entonces era típico hacer el “Cagadillo”, una mezcla
de azúcar que se caramelizaba y al que se le añadían almendras y piñones
tostados. No sé si era la necesidad, el deseo, o la ansiedad, pero el recuerdo que perdura en mi memoria es
que había pocas cosas que igualasen aquel riquísimo dulce casero.
También era tiempo de las famosas “Puchas”, un postre que se
hacía con azúcar, harina y anises y a las que antes de comer se les añadían unos picatostes o tropezones pequeños
de pan frito. ¡Cómo estaba aquello!
Las "Puchas" de segunda se elaboraban substituyendo el azúcar refinado
por el agua de cocer las remolachas, lo cual no restaba a estas la importancia
ni la calidad ya que contribuían a sacarnos más de alguna sonrisa a los
chavales de entonces.
Hoy lo más parecido que podemos encontrar similar al “Cagadillo”
es el turrón de guirlache y en cuanto a las "Puchas" hace muchos años que no he
vuelto a probarlas, aunque me consta que en casa de mi cuñado se siguen
haciendo.
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